Este artículo fue autorizado a publicarse en mi blog por
Janis Jorgensen,
Heritage Collection - Instituto Naval de EE.UU.
"EJERCER UN COMANDO NO LO ES TODO EN LA VIDA"
por el Comandante Robert S. McKenna.
Armada de EE.UU
Proceedings, Junio 2001
La Junta de Calificaciones para Comando para el año Fiscal 2001 se reunió desde el 12 al 19 de Diciembre del 2000. Dicha comisión iba a determinar mi destino o por lo menos yo así lo creía. Era mi cuarta y última oportunidad de obtener mi designación final: el comando de superficie. Mi primera oportunidad vino en Enero de 1998. Un mes antes me había presentado como oficial ejecutivo al Ponce (LPD 15). Me aseguré que mi legajo al igual que mi foto estuvieran actualizados pero sabía que esta primera presentación era apenas una mera formalidad.
No me sorprendí ni me desilusioné cuando mi nombre no apareció en la lista de los afortunados. Mi segunda posibilidad vino 11 meses después. Para entonces yo ya tenía experiencia en puertos, un ciclo de entrenamiento, había realizado un par de ejercicios, había experimentado un cambio de comando, aprobado dos exámenes de aptitud y tenía listas mis calificaciones.
La fecha de reunión de la junta de calificaciones estaba marcada en rojo en mi calendario junto con la fecha de mi aniversario de casado y el cumpleaños de mis hijos. Estuve muy optimista hasta el momento en que revise alfabéticamente la lista de seleccionados y no encontré ningún apellido que comenzara con Mc. ¿Cómo podía ser? Pero bueno, quizás el otro año seria mi turno. Yo consideraba que habiendo sido un oficial de mando durante otros seis meses, habiendo pasado un par de meses en el Adriático durante el conflicto de Kosovo y contando con un informe actualizado de aptitud mi asignación era una fija.
En medio de ese sueño y bajo la música de cuatro campanas tuve un crudo despertar. Una vez más había sido salteado. No seria exacto decir que estaba decaído. Decir que estaba desvastado seria demasiado, sin embargo el término se aproxima bastante. Empecé a tener dudas sobre mi mismo y a experimentar definitivamente celos de aquellos que habían sido seleccionados.
Dicen que el tiempo cura todas las heridas. Después de un par de semanas miré hacia delante con gran optimismo a lo que seria mi ultima oportunidad. En estos casos uno de cada cinco oficiales son seleccionados para el comando. Era el momento de ordenar la torta, abrir el champagne y practicar el discurso de cambio de comando. Este año iba a ser diferente. Sin embargo, mis dudas internas traicionaban a mi confianza externa.
El día que publicaron los resultados de la junta yo estaba en un complejo vacacional de ski en los alpes Bávaros rodeado de mi familia. A pesar de que estaba de vacaciones y no deseaba pensar en ello tenia necesidad de saber. Una vez que localice un café con Internet procedí a buscar el portal de Personal de la Armada y fue allí que encontré la temida respuesta.
¿Estaba decepcionado? Desde luego!. Me habían arrebatado mi destino. Me había ganado mi derecho al comando y ahora no recibía nada.
La semana posterior a la finalización de mis vacaciones pude encontrar el equilibrio mental al pensar lo siguiente:
- La vida no es siempre justa pero este procedimiento de selección es lo más justo que puede ser. Me dieron cuatro oportunidades tal cual lo dicta el reglamento y desgraciadamente no fui seleccionado. Yo al igual muchos otros creo que debí ser seleccionado pero no todos pueden pasar al nivel siguiente. Los oficiales seleccionados ciertamente se lo merecen y para ellos van mis felicitaciones y mis mejores deseos de éxito.
- Mi carrera es una parte muy importante de mi vida pero no es lo que me define y no es la totalidad de mi ser. Mi rol como padre y esposo es mucho más importante. Si tuviera que elegir el pináculo de un solo rol de mi vida ciertamente seria el de mi relación con mi familia. Mi rol como padre requería que estableciera un buen ejemplo para mi familia. Una de las formas que elegí fue optar por una profesión honorable; la otra fue aceptar la derrota con dignidad. No voy a solicitar reconsideraciones.
- Yo amo ser un oficial y un líder en esta armada que es la mejor del mundo. Aun hay marineros para conducir, jóvenes oficiales que deben capacitarse y aventuras por vivir.
- El éxito no viene por el titulo de un trabajo. Proviene de hacer lo que uno debe hacer en el momento en que debe hacerlo y dentro de lo mejor de nuestras posibilidades.
- La junta de Calificaciones que se reunió en Diciembre no determinó mi destino. Mi destino estaba determinado ya hace varios años y no se debía la ninguna junta. Mi esposa me dice que todo pasa por alguna razón y estoy empezando a creerle. Trato de ver hacia donde me conduce todo esto pero por ahora disfruto de cada día.
- Supongo que con esto he cerrado el capitulo de la mayor de mis desilusiones. Los sueños tardan en morir pero son reemplazados por otros sueños igualmente atractivos y motivadores. Hacia ellos empezaré a trabajar a partir de hoy.
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