Cliff Caswell
|
Por Cliff Caswell
Como corresponsal que ha trabajado extensamente con el Ejército británico, Cliff Caswell ha cubierto operaciones en el Norte de Irlanda, Bosnia, Kosovo e Irak. A lo largo de veinte años de carrera ha sido editor asistente del periódico Forces Weekly Echo y fue editor jefe de la revista Soldier durante varios años. Cliff ha visitado las Malvinas en dos ocasiones acompañando a los veteranos de guerra británicos a los campos de batalla de Ganso Verde, San Carlos y Monte Tumbledown.
Cliff se involucró con el Grupo Nottingham-Malvinas luego de un llamado del Profesor Bernard McGuirk y del Dr Eduardo Gerding contribuyendo a las entrevistas con veteranos de guerra argentinos que se realizara en Buenos Aires en 2007. Cliff es actualmente editor de PoliceOracle.com, un portal que cubre la acción policial en todo el Reino Unido pero continúa escribiendo extensamente sobre los temas militares. Cliff vive en el sur de Inglaterra.
Capitán de Fragata (RE)
Diego García Quiroga
|
Steve Duffy
|
Iluminado por el fuego
Un veterano de guerra argentina recuerda como la experiencia de haber sido herido y atrapado en una zona de combate lo condujo al sendero de la reconciliación.
El Capitán de Fragata(RE) Diego García Quiroga, tres décadas después que fue herido, que quedó sangrando en estado de shock y con alteración de su sensorio por haber recibido morfina, recuerda vividamente ese momento en que pensó que se moría. En 1982, siendo Teniente de Fragata e integrante de la primera fuerza argentina que desembarcó en Malvinas, fue alcanzado por una ráfaga disparada por los Royal Marines. Quedó cojeando y apoyado contra un cobertizo de herramientas en un huerto de la Casa de Gobierno de Puerto Argentino sobre el terreno que su país reclamaba y temeroso de ver sus heridas. Para cuando fue llevado al hospital en la capital ya se había enterado de que su oficial superior el Capitán de Corbeta de Infantería de Marina Pedro Giacchino había sido herido junto a él y había fallecido en lo que constituyó la primera batalla del conflicto de Malvinas. Una enfermera le confirmó al joven oficial sus peores temores: Estas acabado nene.
Durante un seminario sobre Malvinas llevado a cabo en la Universidad de Nottingham el Capitán de Fragata (RE) García Quiroga señaló que había logrado establecer hace tiempo los eventos que lo llevaron a pelear por su vida y de cómo fue salvado por la acción de los equipos médicos argentinos y británicos. En la mañana del 2 de abril todo era una mezcla de caos, dolor y confusión. El se enfrentaba a la peor pesadilla de todo soldado: ser herido y quedar expuesto en el terreno durante una feroz batalla. Ahora se encuentra involucrado en el trabajo de reconciliación para los veteranos del conflicto y se ha encontrado con muchos ex adversarios. Ha escrito un libro llamado Historia de los años sin piel en el cual refleja sus experiencias a través de retratos ficticios de hombres en los comienzos de la batalla. El autor tiene ciertamente un montón de experiencias para impartir.
Para García Quiroga, la elevada mortalidad fue algo muy real para él en las palabras de la enfermera que lo asistió y que aun rondan su mente. De hecho llegó a pensar si no estaba realmente muerto. De lo que podía conjeturar, a partir de lo que había sucedido, su pronóstico no era nada bueno. Sus memorias están confusas pero recuerda de haber visto las luces de Puerto Argentino y que eran aproximadamente las 05.30hs. Recuerda que se desató el infierno y que fue herido en una emboscada. Los primeros eventos sin embargo eran fáciles de ubicar en su contexto.
Como Oficial de Operaciones en la Agrupación de Buzos Tácticos, un profesional integrante de una respeta unidad naval de fuerzas especiales, fue el primero a quien se le ordenó desembarcar en Malvinas como parte de la Operación Rosario destinada a tomar las islas. Después de haber arribado en botes inflables en la medianoche del 1º de Abril se le ordenó a los hombres dirigirse a la Casa de la Gobernación y capturar al Gobernador Rex Hunt en un intento por controlar todo el territorio. No obstante, el grupo se vio comprometido en su misión y se vio alcanzado por una ráfaga de fuego disparada por los Royal Marines.
El Capitán García Quiroga, quien se retiró de la Armada en 1999 y vive actualmente en Ginebra, le comentó a Sixth Sense: ¨Han pasado 30 años y aun recuerdo los impactos de ametralladora sobre una puerta, haber volteado y ver a Giacchino girando sobre si mismo¨. ¨En ese momento fui herido y tuve la sensación de haber sido pateado por una mula. Estaba recostado contra un cobertizo de herramientas y sentía un intenso dolor en mi espalda. Debo admitir que estaba temeroso por mis heridas. Sabía que había sido mal herido¨. Si bien no supo lo que había pasado en ese momento, García Quiroga había caído víctima de tres francotiradores distintos. Uno de los proyectiles había atravesado su codo derecho mientras que otro le había desgarrado su torso inferior. Un tercer proyectil fue detenido por un cortaplumas del Ejército Suizo que tenía colgando de su cinturón sobre su ingle izquierda.
Tanto el Teniente de 28 años como el Capitán de Corbeta Giacchino, quien recibió un disparo fatal en su tórax, quedaron en una horrible situación. Ambos quedaron atrapados en medio de un fuego cruzado entre los Royal Marines por un lado y las fuerzas especiales argentinas por el otro. Se podía ver la munición trazante pasando sobre ellos. Las tropas Sud Americanas trataron de enviar un enfermero para administrar los primeros auxilios a los heridos, pero este también resultó herido. Tres de los hombres yacían heridos y expuestos mientras las tropas argentinas esperaban refuerzos. Surgió una nueva alarma entre los heridos y los defensores británicos cuando el oficial superior de García Quiroga, quien luchaba por mantenerse conciente a pesar de su herida mortal, reveló que sostenía una granada lista para detonar en su mano. ¨Recuerdo haberle hablado durante un rato y él me lo dijo¨. ¨Podía escuchar voces gritando en inglés diciéndole que arrojara lejos la granada. También recuerdo que me sentía dolor en mi brazo y en mi dorso¨.
García Quiroga recuerda que ambos bandos intercambiaron disparos durante más de 90 minutos y que su estado de conciencia se iba enturbiando a medida que trascurría la mañana. En un giro surrealista estos tres hombres se encontraron pisoteados y acosados por unos perseverantes gansos del jardin. El joven oficial recuerda que se sentía debilitado y que el sol se elevaba revelando una hermosa mañana de intenso azul sobre las islas.
Recuerda vagamente que alguien, un soldado, le inspeccionó el tórax. También recuerda fugazmente haber visto al Contraalmirante de IM Carlos Büsser, comandante de las fuerzas argentinas de desembarco y escuchado el rotor de un helicóptero. ¨Las imágenes iban y venían pero recuerdo la cara de un tipo corpulento encima mío. Era un Royal Marine, no era uno de los nuestros y luego supe que me había inyectado morfina. Utilizó mi sangre para marcarme con una letra M como precaución para asegurarse de que no me dieran otra dósis¨.
Después de haber recibido un tratamiento inicial en Puerto Argentino, el Capitán Quiroga fue llevado en avión donde la tripulación luchaba en medio de estrechos corredores para llevar la camilla abordo. Una vez más se vio obligado a preguntar sobre sus chances de sobrevida. ¨Recuerdo que hubo un oficial médico que dijo ¨No hay nada más que podamos hacer¨ aunque luego supe que se estaba refiriendo a Giacchino. Algunas enfermeras hicieron notar que me había puesto azul pero no se me había ocurrido que mi cara aun estaba camuflada¨ . Finalmente regresó a Argentina y volvió a la realidad. Lo esperaban sus padres y pudo escuchar que ninguno de sus órganos vitales había sido comprometido. Fue el comienzo de meses de recuperación que culminarían en la continuación de su carrera naval incluyendo servicios en buques de apoyo antárticos y la Fragata Libertad en Buenos Aires. No obstante, es su estadía e n Malvinas la que ocupa un lugar definido en su vida y admite que su reciente reconciliación con sus antiguos adversarios le ha dado una visión introspectiva nueva de cómo la guerra define la ulterior vida de los combatientes.
Dice García Quiroga: En ¨Historias de los años sin piel¨ yo encaro un grupo ficticio de hombres que combatieron en 1982 y revelo lo que pasó con ellos luego del conflicto. ¨Ninguno de ellos habla en lo personal por mi aunque si lo hacen en su conjunto¨. Si bien admite que sus propias reflexiones sobre la guerra también son proyectadas en el libro, refiere que es la lealtad hacia sus camaradas y la lealtad de los mismos hacia él la que brilla cuando describe el combate de Malvinas. En su relato personal sobre el combate por la Casa de la Gobernación dice : ¨He tenido el privilegio de combatir junto a hombres valerosos y sobrevivir casi ileso¨. ¨Tuve la satisfacción de probar mi confianza profesional hacia mis camaradas y mi país y no puedo imaginarme una mejor situación¨
El Capitán de Fragata(RE) Diego García Quiroga, tres décadas después que fue herido, que quedó sangrando en estado de shock y con alteración de su sensorio por haber recibido morfina, recuerda vividamente ese momento en que pensó que se moría. En 1982, siendo Teniente de Fragata e integrante de la primera fuerza argentina que desembarcó en Malvinas, fue alcanzado por una ráfaga disparada por los Royal Marines. Quedó cojeando y apoyado contra un cobertizo de herramientas en un huerto de la Casa de Gobierno de Puerto Argentino sobre el terreno que su país reclamaba y temeroso de ver sus heridas. Para cuando fue llevado al hospital en la capital ya se había enterado de que su oficial superior el Capitán de Corbeta de Infantería de Marina Pedro Giacchino había sido herido junto a él y había fallecido en lo que constituyó la primera batalla del conflicto de Malvinas. Una enfermera le confirmó al joven oficial sus peores temores: Estas acabado nene.
Durante un seminario sobre Malvinas llevado a cabo en la Universidad de Nottingham el Capitán de Fragata (RE) García Quiroga señaló que había logrado establecer hace tiempo los eventos que lo llevaron a pelear por su vida y de cómo fue salvado por la acción de los equipos médicos argentinos y británicos. En la mañana del 2 de abril todo era una mezcla de caos, dolor y confusión. El se enfrentaba a la peor pesadilla de todo soldado: ser herido y quedar expuesto en el terreno durante una feroz batalla. Ahora se encuentra involucrado en el trabajo de reconciliación para los veteranos del conflicto y se ha encontrado con muchos ex adversarios. Ha escrito un libro llamado Historia de los años sin piel en el cual refleja sus experiencias a través de retratos ficticios de hombres en los comienzos de la batalla. El autor tiene ciertamente un montón de experiencias para impartir.
Para García Quiroga, la elevada mortalidad fue algo muy real para él en las palabras de la enfermera que lo asistió y que aun rondan su mente. De hecho llegó a pensar si no estaba realmente muerto. De lo que podía conjeturar, a partir de lo que había sucedido, su pronóstico no era nada bueno. Sus memorias están confusas pero recuerda de haber visto las luces de Puerto Argentino y que eran aproximadamente las 05.30hs. Recuerda que se desató el infierno y que fue herido en una emboscada. Los primeros eventos sin embargo eran fáciles de ubicar en su contexto.
Como Oficial de Operaciones en la Agrupación de Buzos Tácticos, un profesional integrante de una respeta unidad naval de fuerzas especiales, fue el primero a quien se le ordenó desembarcar en Malvinas como parte de la Operación Rosario destinada a tomar las islas. Después de haber arribado en botes inflables en la medianoche del 1º de Abril se le ordenó a los hombres dirigirse a la Casa de la Gobernación y capturar al Gobernador Rex Hunt en un intento por controlar todo el territorio. No obstante, el grupo se vio comprometido en su misión y se vio alcanzado por una ráfaga de fuego disparada por los Royal Marines.
El Capitán García Quiroga, quien se retiró de la Armada en 1999 y vive actualmente en Ginebra, le comentó a Sixth Sense: ¨Han pasado 30 años y aun recuerdo los impactos de ametralladora sobre una puerta, haber volteado y ver a Giacchino girando sobre si mismo¨. ¨En ese momento fui herido y tuve la sensación de haber sido pateado por una mula. Estaba recostado contra un cobertizo de herramientas y sentía un intenso dolor en mi espalda. Debo admitir que estaba temeroso por mis heridas. Sabía que había sido mal herido¨. Si bien no supo lo que había pasado en ese momento, García Quiroga había caído víctima de tres francotiradores distintos. Uno de los proyectiles había atravesado su codo derecho mientras que otro le había desgarrado su torso inferior. Un tercer proyectil fue detenido por un cortaplumas del Ejército Suizo que tenía colgando de su cinturón sobre su ingle izquierda.
Tanto el Teniente de 28 años como el Capitán de Corbeta Giacchino, quien recibió un disparo fatal en su tórax, quedaron en una horrible situación. Ambos quedaron atrapados en medio de un fuego cruzado entre los Royal Marines por un lado y las fuerzas especiales argentinas por el otro. Se podía ver la munición trazante pasando sobre ellos. Las tropas Sud Americanas trataron de enviar un enfermero para administrar los primeros auxilios a los heridos, pero este también resultó herido. Tres de los hombres yacían heridos y expuestos mientras las tropas argentinas esperaban refuerzos. Surgió una nueva alarma entre los heridos y los defensores británicos cuando el oficial superior de García Quiroga, quien luchaba por mantenerse conciente a pesar de su herida mortal, reveló que sostenía una granada lista para detonar en su mano. ¨Recuerdo haberle hablado durante un rato y él me lo dijo¨. ¨Podía escuchar voces gritando en inglés diciéndole que arrojara lejos la granada. También recuerdo que me sentía dolor en mi brazo y en mi dorso¨.
García Quiroga recuerda que ambos bandos intercambiaron disparos durante más de 90 minutos y que su estado de conciencia se iba enturbiando a medida que trascurría la mañana. En un giro surrealista estos tres hombres se encontraron pisoteados y acosados por unos perseverantes gansos del jardin. El joven oficial recuerda que se sentía debilitado y que el sol se elevaba revelando una hermosa mañana de intenso azul sobre las islas.
Recuerda vagamente que alguien, un soldado, le inspeccionó el tórax. También recuerda fugazmente haber visto al Contraalmirante de IM Carlos Büsser, comandante de las fuerzas argentinas de desembarco y escuchado el rotor de un helicóptero. ¨Las imágenes iban y venían pero recuerdo la cara de un tipo corpulento encima mío. Era un Royal Marine, no era uno de los nuestros y luego supe que me había inyectado morfina. Utilizó mi sangre para marcarme con una letra M como precaución para asegurarse de que no me dieran otra dósis¨.
Después de haber recibido un tratamiento inicial en Puerto Argentino, el Capitán Quiroga fue llevado en avión donde la tripulación luchaba en medio de estrechos corredores para llevar la camilla abordo. Una vez más se vio obligado a preguntar sobre sus chances de sobrevida. ¨Recuerdo que hubo un oficial médico que dijo ¨No hay nada más que podamos hacer¨ aunque luego supe que se estaba refiriendo a Giacchino. Algunas enfermeras hicieron notar que me había puesto azul pero no se me había ocurrido que mi cara aun estaba camuflada¨ . Finalmente regresó a Argentina y volvió a la realidad. Lo esperaban sus padres y pudo escuchar que ninguno de sus órganos vitales había sido comprometido. Fue el comienzo de meses de recuperación que culminarían en la continuación de su carrera naval incluyendo servicios en buques de apoyo antárticos y la Fragata Libertad en Buenos Aires. No obstante, es su estadía e n Malvinas la que ocupa un lugar definido en su vida y admite que su reciente reconciliación con sus antiguos adversarios le ha dado una visión introspectiva nueva de cómo la guerra define la ulterior vida de los combatientes.
Dice García Quiroga: En ¨Historias de los años sin piel¨ yo encaro un grupo ficticio de hombres que combatieron en 1982 y revelo lo que pasó con ellos luego del conflicto. ¨Ninguno de ellos habla en lo personal por mi aunque si lo hacen en su conjunto¨. Si bien admite que sus propias reflexiones sobre la guerra también son proyectadas en el libro, refiere que es la lealtad hacia sus camaradas y la lealtad de los mismos hacia él la que brilla cuando describe el combate de Malvinas. En su relato personal sobre el combate por la Casa de la Gobernación dice : ¨He tenido el privilegio de combatir junto a hombres valerosos y sobrevivir casi ileso¨. ¨Tuve la satisfacción de probar mi confianza profesional hacia mis camaradas y mi país y no puedo imaginarme una mejor situación¨
Enfrentando
el último y amargo escalón
Este veterano británico, que estuvo estacionado en Alemania, recuerda la noche final del combate en Malvinas y saldar cuentas a la elite argentina que los tenía con la espalda contra la pared. Estar en combate por primera vez en una isla ocupada por el enemigo a 8000 millas del hogar es intimidante para cualquier soldado pero cuando tu deber es servir de señuelo y disparar enterrado desde una trinchera entonces te encuentras en una verdadera pesadilla. En 1982, Steve Duffy era un Guardia en el pelotón de reconocimientos del 2do Batallón de Guardias Escoceses y nunca había estado mas alerta. La munición trazante proyectada sobre el negro profundo del terreno le hizo tomar conciencia de la realidad letal.
Bajo la oscuridad del 13 de junio, Duffy y un grupo de 28 colegas montaron una acción de distracción contra las fuerzas argentinas en Tumbledown, un área montañosa llena de peñascos que constituía la puerta de entrada a Puerto Argentino. La acción culminaría viendo a sus camaradas heridos y muertos antes de que el mismo fuera seriamente herido también. Pero este soldado de 21 años, que sirviera en Alemania durante su carrera, y sus camaradas tenían un trabajo crucial. Mientras intercambiaban disparos con un enemigo bien entrenado las compañías de los flancos Derecho e Izquierdo del Batallón se movilizaron en las sombras para descargar un golpe de martillo sobre el enemigo forzándolo a retirarse. Esta fue la última acción decisiva del conflicto que horas más tarde llevó a la rendición argentina.
Duffy recuerda: ¨Se nos dijo que combatiríamos contra los Infantes de Marina argentinos que eran muy capaces. Esa era nuestra responsabilidad ¨. ¨Me acuerdo que quería finalizar el trabajo. En ese momento el frío era muy intenso y pensé que todo terminaría para cuando llegáramos a Puerto Argentino¨. ¨En ese momento nunca dudé de que ganaríamos la guerra. No obstante, al pasar 30 años me he dado cuenta que esto podría no haber ocurrido¨. Duffy y sus camaradas de los Guardias Escoceses enfrentaron una exigente tarea. Al batallón se le dijo correctamente que se enfrentarían con lo mejor de las tropas argentinas. Las tropas del Batallón del Infantería de Marina se encontraban acantonadas entre las rocas de la montañas y hundidos en la turba.
Los Infantes de Marina argentinos, bajo el comando del carismático Contraalmirante de Infantería de Marina Carlos Hugo Robacio, poseían una reputación temible y habían estado montando sus defensas durante varias semanas. Mientras que los militares argentinos se sustentaban sobre los conscriptos el batallón de Infantería de Marina poseía un fuerte contingente de tropa profesional bien equipado y con miras nocturnas de última generación. A pesar de que les dispararon más de 1500 proyectiles desde los buques de la Royal Navy antes de iniciar el asalto a Tumbledown , los Infantes de Marina argentinos estaban bien preparados para la lucha y se desplazaron a atacar a los Guardias Escoceses apenas estos arribaron al área.
¨Recuerda Duffy: ¨Se nos llevó en helicóptero a Goat Ridge, cerca de Tumbledown y rápidamente sufrimos el fuego de los morteros¨. ¨Esto duró todo el día pero pronto nos dirijimos hacia nuestro objetivo haciendo el mayor ruido posible, de forma tal que los argentinos pensaran que era un ataque del batallón para luego retirarnos¨
Duffy recuerda: ¨Se nos dijo que combatiríamos contra los Infantes de Marina argentinos que eran muy capaces. Esa era nuestra responsabilidad ¨. ¨Me acuerdo que quería finalizar el trabajo. En ese momento el frío era muy intenso y pensé que todo terminaría para cuando llegáramos a Puerto Argentino¨. ¨En ese momento nunca dudé de que ganaríamos la guerra. No obstante, al pasar 30 años me he dado cuenta que esto podría no haber ocurrido¨. Duffy y sus camaradas de los Guardias Escoceses enfrentaron una exigente tarea. Al batallón se le dijo correctamente que se enfrentarían con lo mejor de las tropas argentinas. Las tropas del Batallón del Infantería de Marina se encontraban acantonadas entre las rocas de la montañas y hundidos en la turba.
Los Infantes de Marina argentinos, bajo el comando del carismático Contraalmirante de Infantería de Marina Carlos Hugo Robacio, poseían una reputación temible y habían estado montando sus defensas durante varias semanas. Mientras que los militares argentinos se sustentaban sobre los conscriptos el batallón de Infantería de Marina poseía un fuerte contingente de tropa profesional bien equipado y con miras nocturnas de última generación. A pesar de que les dispararon más de 1500 proyectiles desde los buques de la Royal Navy antes de iniciar el asalto a Tumbledown , los Infantes de Marina argentinos estaban bien preparados para la lucha y se desplazaron a atacar a los Guardias Escoceses apenas estos arribaron al área.
¨Recuerda Duffy: ¨Se nos llevó en helicóptero a Goat Ridge, cerca de Tumbledown y rápidamente sufrimos el fuego de los morteros¨. ¨Esto duró todo el día pero pronto nos dirijimos hacia nuestro objetivo haciendo el mayor ruido posible, de forma tal que los argentinos pensaran que era un ataque del batallón para luego retirarnos¨
El ataque de distracción recibió
sin embargo la plena respuesta de los argentinos. Dos de los
camaradas del jóven soldado fueron muertos rápidamente y otros
heridos en la medida que el enemigo disparaba desde sus posiciones.
A pesar del bombardeo letal los
hombres presionaban agresivamente para conservar las apariencias.
¨Tuvimos muchas bajas, pero tres décadas después aun
pienso que contribuimos a salvar a nuestro batallón. Hicimos un
montón de ruido durante el combate¨
¨Luchábamos de noche y era
realmente difícil pero mantuvimos el ataque y nos movimos a través
de la posición argentina. El caso era que había que ser muy
agresivo. Estabamos bien organizados en lo que hacíamos y eso pago
sus dividendos¨
Cuando finalizó el ataque de
distracción empezó una feroz batalla por el objetivo principal. En
el punto más álgido del combate, los hombres de las compañías de
los flancos Derecho e Izquierdo estaban a solo metros de los
defensores argentinos y entonces comenzó el combate mano a mano.
Pero si bien la parodia de asalto sirvió su propósito el pelotón
de reconocimiento encontró a un enemigo debilitado altamente letal.
Duffy dijo ¨Fui herido al
final del combate¨. ¨Nuestra retirada estaba en marcha pero un
soldado argentino herido nos dio un presente de despedida al
arrojarnos una granada. La escuché rodar y fui herido gravemente por
la explosión.¨
¨Rapidamente le dispararon al
soldado argentino. Recuerdo que estaba tirado y expectorando sangre.
Yo sabía que eso era malo y pensé que me estaba muriendo¨.
¨Recuerdo a un Sargento, Gary
Nicholson gritándome de que me levantara y siempre se lo agradeceré
porque eso es lo que hice. El nos sacó de allí pero terminamos en
un campo minado donde nos atacaron con morteros ¨
El Sr. Duffy sufrió diversas
heridas que incluyeron el colapso de su pulmón derecho y herida por
metralla en su tórax. No obstante, ambos hombres debían pelear
instintivamente y permanecer de pie a pesar del bombardeo a los
efectos de evitar la amenaza de las minas. Ambos pudieron salir del
atolladero y se dirigieron al puesto de ayuda del regimiento. De allí
el Sr. Duffy fue trasladado al hogar de un malvinense para su
tratamiento.
¨Era extraño pero lo recuerdo
vividamente, había un equipo de ambulancieros del terreno y fui
estabilizado arriba de la mesa del comedor¨. ¨Era increíble que
habiendo pasado la intensidad de la batalla me sintiera totalmente
seguro entre los médicos¨
Mientras el Sr. Duffy se encontraba
bajo el escalpelo, la batalla concluía. Su batallón suministró el
golpe de martillo que condujo a la rendición argentina. En última
instancia los Guardias Escoceses proveyeron la resolución y el poder
de fuego que concluyó el conflicto de Malvinas.
El jóven Guardia encaró una total
recuperación y concluyó un período de servicio de once años en
1988. Después que dejó el Ejército ingresó a la Policía .
Habiendo realizado una carrera uniformada muy exitosa se encuentra
actualmente cercano al retiro como detective inspector en el Thames
Valley.
Pero su compromiso con el regimiento
continúa. Ha hecho amistades de toda la vida forjadas en la
experiencia de una de las mas brutales y esenciales del conflicto de
Malvinas. Uno de sus hijos se encuentra actualmente en el 1er
Batallón de Guardias Escoceses y ha combatido contra los Talibanes
en Afganistán.
¨Existe siempre un fuerte
vínculo entre aquellos que combatieron en las islas¨
dijo el Sr. Duffy. ¨Tuve suerte que, dentro de los 18 meses de dejar
el Ejército pudiera encontrar una segunda carrera en la Policía y
hay muchos otros que siguieron idéntica surete¨
¨He aprendido mucho y esto
continua sirviéndome en la actualidad especialmente para tomar
desiciones importantes cuando carezco de información crítica
pudiendo así permanecer fuerte frente a las dificultades. Llevé
posteriormente todos estos conocimientos a mi vida¨